La figura de Don Francisco Pascasio Moreno, el PERITO MORENO como lo ha reconocido toda la posteridad, es uno de esos ejemplos maravillosos de lo que un compatriota nos ha podido brindar por el amor a su tierra.
Nacido en Buenos Aires un 31 de Mayo de 1852, hijo de Francisco Facundo y de Juana Thwaites, tuvo tres hermanos menores (Josué, Eduardo y Maruja) y una hermana mayor (Juana).
En 1863 estudió en el Colegio San José (Padres Bayoneses) y luego de tres años continuó en la Escuela “Catedral al Norte” (calle Reconquista y Avenida Corrientes).
Desde su niñez mostró interés por las excursiones paleontológicas, donde aprende a amar la naturaleza y a sentir la emoción de lo desconocido. Su padre había estado exiliado en Uruguay durante el período de Rosas y su madre era hija de un oficial británico que había sido capturado en la invasión de 1807 y permanecido en la Argentina.
Francisco había perdido a su madre a temprana edad por el cólera y, con sus hermanos, alternaban estudios con excursiones por las barrancas del río, buscando huesos prehistóricos con los que montarían un incipiente museo en el mirador de la casa paterna.
En 1866 instaló con sus hermanos el primer “museo” en el mirador de su casa donde exhibía restos hallados en excursiones con su padre. En 1870 la familia se mudó a una quinta en la calle Caseros 2841 de Parque Patricios (donde hoy funciona el Instituto Félix Bernasconi).
En 1872 un amigo le hizo llegar algunos descubrimientos antropológicos importantes del valle del Río Negro en el sur. La epidemia de fiebre amarilla hace que padre e hijos se refugien en Chascomús y más tarde, al contraer el padre un nuevo matrimonio viajan todos a Carmen de Patagones, dónde viven a partir de 1873.
En la laguna de Chascomús y en la vecina laguna Vitel recolectó y clasificó gran cantidad de huesos que aumentaron su colección.
Estas etapas de la vida del joven Perito Moreno forjan su inmenso interés por la naturaleza y la antropología. Ya en Patagones comienza a desenterrar flechas, puntas de lanza talladas y hasta cráneos humanos que, con sus conocimientos de autodidacta, le hacen ver que está en presencia de restos con miles de años de antigüedad, elementos todos que contribuyen a aumentar su museo. Desde su juventud Francisco estuvo fascinado por los libros de viajes; este interés fue avivado aún más por sus contactos con Germán Burmeister, director del Museo de Buenos Aires; antes de cumplir veinte años, había empezado a reunir piedras, fósiles, etc., que habrían de constituir la base de su gran colección.
De todos sus descubrimientos envía un informe a un antropólogo famoso de ese entonces, Paul Brocca, que lo publica en una revista especializada en París y que logra, de esa forma, obtener el interés de sabios europeos por el estudio de las razas aborígenes de América del Sur.
Desde entonces efectuó reiterados viajes exploratorios y científicos a través de todo el ámbito de los territorios de Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz, abriendo esta desconocida región no sólo a los científicos sino también, exponiéndola a través de sus escritos, por vez primera, a la plena atención del país, como una parte de la república que debería ser desarrollada
A partir de ese momento, la repercusión de sus trabajos y hallazgos hace que la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba lo nombre miembro, a los 22 años de edad y, en 1874 viaja a Estocolmo al Congreso de Arqueología y Antropología Prehistórica, donde conoce al francés Paul Broca que le publica su trabajo “Civilización anterior a la actual”.
Luego a los 27 ya era miembro también de las sociedades científicas de París, Roma, Londres y Berlín.
En 1874 se embarca en el bergantín “Rosales” de la Armada Argentina rumbo a la Patagonia y recorre los ríos Santa Cruz y Negro.
En 1875 la Sociedad Científica Argentina le financia un viaje para cruzar los Andes a través del lago Nahuel Huapi e intentar llegar a Chile por el paso “Pérez Rosales” haciendo el camino inverso al de Guillermo Cox. El 22 de enero de 1876 con 23 años de edad se convierte en el primer hombre blanco que llega al lago Nahuel Huapi desde el océano Atlántico, donde implanta la bandera argentina.
Sus próximos viajes son a Catamarca y Santiago del Estero donde continúa recolectando restos arqueológicos.
En octubre de 1876 vuelve a la Patagonia junto a Carlos Berg en la goleta “Santa Cruz” al mando del Comandante Luis Piedrabuena. El 15 de febrero de 1877 llega hasta el lago Argentino y descubre el imponente glaciar que hoy lleva su nombre.
En nuestro país el 13 de noviembre de 1877 el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires lo nombra Director del Museo de La Plata, y acepta la donación que le había efectuado el Perito Moreno de las piezas que conservaba en su museo que ahora se ubicaba en su casa en Carmen de Patagones, pero resuelve que las piezas debía conservarlas en su poder hasta que el Museo pudiese poner a su disposición un lugar apropiado para exhibirlas.
En 1878, fue designado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Córdoba.
Ya en 1879, al finalizar la Conquista del Desierto (05/1878 – 06/1879) y siendo Presidente el Dr. Nicolás Avellaneda y Ministro del Interior Don Domingo F. Sarmiento, se lo nombra jefe de la Comisión Exploradora de los Territorios del Sur Argentino, para estudiar la posibilidad de establecer Colonias en la región entre los Ríos Negro y Deseado. El Perito Moreno pidió como única compensación incorporar a su museo las piezas que él mismo hallase.
Entre 1882 y 1884 viajó por el centro del país y recorrió de esta forma las provincias de Córdoba, San Luis, San Juan y Mendoza, en busca de yacimientos fósiles y de elementos pertenecientes a períodos anteriores a la conquista española.
En 1884 se muda el Museo Antropológico y Arqueológico de Buenos Aires a la recién fundada ciudad de La Plata y en 1889 inaugura el actual edificio, continuando como Director hasta 1905. En 1906 al fundarse la Universidad Nacional de La Plata el Museo pasa a formar parte de la casa de estudios.
Entre 1892 y 1897 comienza a intervenir en cuestiones limítrofes con Chile y, ante el recrudecimiento de la cuestión acepta el cargo de Perito Argentino en la negociación y convence a sus pares chilenos que la mejor solución era la diplomática.
En 1897 cruza la cordillera a lomo de mula con su esposa (María Ana Varela), cuatro de sus hijos y el doctor Clemente Onelli. Al poco tiempo su esposa muere en Santiago de fiebre tifoidea. El perito se aboca a preparar el encuentro entre los presidentes Julio Roca (Argentina) y Federico Errázuriz (Chile), el cual se concreta el 15 de febrero de 1899 en el Estrecho de Magallanes. A partir de allí recorre palmo a palmo la zona fronteriza, toma nota de accidentes geográficos, lagos y ríos y acompaña en 1901 a Sir Thomas Holdich, comisionado del Tribunal arbitral nombrado para resolver los litigios limítrofes, en un reconocimiento que abarca desde el lago Lácar (San Martín de los Andes) hasta la bahía de Última Esperanza.
Sus esfuerzos se vieron recompensados cuando en 1902 el laudo arbitral concede a nuestro país 42.000 kilómetros cuadrados que reclamaban los chilenos. El Perito Moreno había prestado nuevamente sus servicios y su patriotismo para el bien del país.
El Gobierno de la Nación como recompensa le concede por Ley N° 4192 del 22 de Agosto de 1903 una extensión de campos fiscales en el territorio del Neuquén, al Sur del Río Negro. En una histórica nota del 6 de Noviembre de 1903 solicita un “área de tres leguas cuadradas en la región situada en el límite de los territorios del Neuquén y Río Negro, en el extremo oeste del Fjord principal del Lago Nahuel Huapi, con el fin que sea conservada como Parque Público Natural y al efecto pido que hecha esa ubicación se sirva aceptar la donación que hago al país de esa área”...
Más adelante decía : “ Al hacer esta donación emito el deseo de que la fisonomía actual del perímetro que abarca no sea alterada y que no se hagan más obras que aquellas que faciliten las comodidades para la vida del visitante culto, cuya presencia en esos lugares será siempre beneficiosa a las regiones incorporadas definitivamente a nuestra soberanía y cuyo rápido y meditado aprovechamiento debe contribuir tanto a la buena orientación de los destinos de la nacionalidad argentina”
Fue elegido en 1910, en la Presidencia de Roque Sáenz Peña diputado nacional y en 1911 renunció para aceptar el ofrecimiento de la vicepresidencia del Consejo Nacional de Educación.
En septiembre de 1911, Arturo Penny, contactó al Dr. Francisco P. Moreno, para introducir el Movimiento Scout en los colegios de Barracas. En tres meses, la Compañía Barracas estaba funcionando.
En 1912, surge la idea de crear una Asociación Nacional que institucionalice el ya numeroso Movimiento Scout en la Argentina y el Perito Moreno es uno de los promotores.
El 4 de julio de 1912, en la casa del Perito Moreno (en la calle Caseros 2841 de la ciudad de Buenos Aires), como medio de estimular en la vida de niños y jóvenes de la República, el gusto por las excursiones al aire libre, la observación de la naturaleza, el culto del honor, la lealtad y la honradez, el dominio y respeto de sí mismo y de los demás, el amor al prójimo, a la familia a la patria y a la humanidad, resuelven constituir la Comisión Organizadora del Movimiento Scout en el País, creando una institución que se denominará en sus primeros tiempos: “Asociación de Boy Scouts Argentinos”, siendo sus autoridades :
Presidente, Dr. Francisco P. Moreno; vicepresidente: Gral. Rosendo Fraga; Tesorero: Sr. Montheit Dreysdale, Secretario: Dr. Modesto Quiroga, vocales: Gral. Angel P. Allaria, Sr. José Juan Biedma , Sr. Juan Canter, Dr. Manuel J. Corvalán, Gral. Luis Dellepiane, Sr. Ricardo Dowdall, Sr. Clemente Onelli, Gral. Pablo Richieri, Sr. Tomás Santa Coloma, Sr. Carlos Ripamonti, Cnel. Martín Rodríguez, Dr. Frank Soler, Arq. Carlos Thays, Ing. Arturo Young y Comisionado Nacional Sr. Russel Cristian.
Dos años después, el tiempo que tomó preparar el estatuto y los reglamentos, el Teniente General Ricchieri, reemplaza al Perito Moreno en la Presidencia de la Asociación. Se percibe en la sociedad un gran entusiasmo en los jóvenes por participar de las actividades.
Pocos días antes de su muerte escribió las siguientes palabras: “Tengo 66 años y ni un centavo... Yo, que he dado mil ochocientas leguas a mi Patria, y el Parque Nacional donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas”...
Pocos días antes de su muerte escribió las siguientes palabras: “Tengo 66 años y ni un centavo... Yo, que he dado mil ochocientas leguas a mi Patria, y el Parque Nacional donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas”...
Murió un 22 de noviembre de 1919.
El Congreso Nacional, en 1934, sancionó la Ley por la que se disponía erigir un mausoleo en el Nahuel Huapi para depositar sus restos, cosa que finalmente se concretó en 1944. Desde esa fecha los restos de tan noble argentino yacen en la Isla Centinela, junto a los de su esposa, gozando de la majestuosidad, la belleza y el silencio del lago y de esa zona austral que él descubrió y que contribuyó con su abnegada tarea a engrandecer a nuestro país.
El Congreso Nacional, en 1934, sancionó la Ley por la que se disponía erigir un mausoleo en el Nahuel Huapi para depositar sus restos, cosa que finalmente se concretó en 1944. Desde esa fecha los restos de tan noble argentino yacen en la Isla Centinela, junto a los de su esposa, gozando de la majestuosidad, la belleza y el silencio del lago y de esa zona austral que él descubrió y que contribuyó con su abnegada tarea a engrandecer a nuestro país.
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